• Comer fuera engorda. La grasa en la comida la hace más sabrosa, incluso en los restaurantes vegetarianos y los que preparan comida saludable. Comida más rica, más clientes. Además, no es solo por la grasa (sea mantequilla o aceite). En general, para la misma receta, tu comida casera tendrá menos grasa, menos harina, menos sal y menos azúcar que la que comes en un restaurante. Todo eso suma.
• El mayor problema eres tú. O mejor dicho, tu autocontrol. Es muy difícil resistirse a comer pan blanco cuando te lo ponen delante. Cuesta decir que no al postre incluido en el menú del día. Es fácil perder la cuenta de cuántas croquetas de aperitivo o cuántas copas de vino has bebido.
• Muchas personas no tienen más remedio que comer fuera. Pero piensa que cada comida que prepares tú estará ayudándote a adelgazar. ¿Puedes llevarte la comida de casa una vez por semana? Bien. ¿Dos veces por semana? Mejor aún. Todo suma.
• Tampoco es necesario ser un maestro cocinero. Prepara una ensalada con pechuga de pollo, un salpicón, verduras con atún de lata, incluso tortitas. Solo te llevará cinco minutos. Después, sal si quieres a tomar un café y disfruta de unos minutos de sobremesa en calma (y sin dulces, que te veo).

Cuando cocinamos tomamos conciencia de lo que comemos. Es toda una experiencia que no puedes perderte.
Foto: life2pointoh.com