El mayor problema de la comida procesada, industrial o comida basura es que son alimentos ricos en energía, sobre todo azúcar, harinas y grasas, y muy pobres en nutrientes, como proteínas, vitaminas y minerales. Las deficiencias de vitamina D, vitamina A, hierro o magnesio son comunes, así como la falta de proteínas en la dieta, especialmente si haces deporte, o estás sometido a mucho estrés.
Algo parecido ocurre con la fibra, imprescindible para que tu tubo digestivo funcione correctamente, o los probióticos, las bacterias que viven en tu intestino y te ayudan a absorber los nutrientes de la comida. Nada de todo esto viene en cantidades suficientes en la comida que encuentras preparada y empaquetada en el supermercado.
¿Cómo añadir más nutrientes en tu dieta? Una solución es buscar superalimentos cotidianos, alimentos que son una fuente concentrada de nutrientes esenciales, y asegurarte de que los tomas al menos una vez por semana. ¿Cómo? Asigna cada día de la semana a uno de estos superalimentos. Así puedes acordarte de que el sábado te toca comer sardinas, el jueves puedes echar nueces a la ensalada, o el domingo te vas a dar un capricho con un poco de chocolate negro.
Las legumbres no solo son carbohidratos de absorción lenta, también te proporcionarán mucha fibra, hierro, zinc, magnesio y una modesta cantidad de proteínas. Pero quizá lo más importante es la fibra soluble, el alimento preferido de tus bacterias intestinales.
Los huevos son una parte esencial de cualquier dieta, y puedes comer todos los que quieras al día sin problemas. Contienen colina, un nutriente esencial para el cerebro, además de proteínas y vitamina D. Los últimos estudios indican que lejos de dar problemas con el colesterol, ayudan a regularlo.
El hígado es un superalimento que te proporciona grandes cantidades de vitamina B12, vitamina A, colina, hierro, cobre, creatina y coenzima Q10. Por si fuera poco es muy alto en proteínas que se absorben mucho mejor que las proteínas vegetales.
Las nueces son un 65% grasa, sobre todo monoinsaturada (como el aceite de oliva), pero eso no es nada más que el principio. La presencia de ALA, un ácido graso omega-3, junto con altas dosis de magnesio, ácido fólico, calcio, hierro y vitamina A las convierte en un coctel para prevenir enfermedades.
Una forma de mantener las bacterias beneficiosas de tu intestino es comértelas, y para eso no necesitas yogures de marca. El chucrut, la deliciosa col fermentada tan habitual en centro Europa, es una fuente tanto de esas bacterias como de la fibra soluble que las alimenta, además de otras vitaminas y minerales.
No es fácil conseguir suficientes ácidos grasos omega-3 en la dieta, y puede que hayas visto muchos suplementos que prometen darte tu dosis, pero conseguirla es tan fácil como incluir una lata de sardinas en tu dieta. Además conseguirás proteínas y calcio, especialmente si te comes la espina.
Mientras que el chocolate con leche es una golosina repleta de azúcar, el chocolate negro contiene más cacao, que es una fuente de poderosos antioxidantes como el resveratrol y minerales como el cobre y manganeso.
No falta quien se declara chocohólico como excusa para zamparse una tableta de chocolate cada noche. El chocolate con leche está cargado de azúcar, así que no es nunca una buena idea, pero incluso el chocolate negro irá a tu barriga si lo comes en exceso. Busca el mayor porcentaje posible de cacao, porque eso quiere decir que tendrá menos azúcar, y consume siempre una cantidad pequeña. Así tendrás todos los beneficios con menos calorías.
]]>En resumen: tu cuerpo ya se ha desintoxicado desde el día en que se te pasó la última resaca. Lo que te queda es un par de kilos de grasa y acumulación de líquidos como regalo de Navidad, y eso no se soluciona con una semana de hambre. Una limpieza solo te dejará con menos energías, menos masa muscular, un metabolismo más bajo y bastante mal aliento.
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Todos los años la publicación US News muestra su clasificación de las mejores dietas, consultando con un panel de expertos en nutrición. La ganadora este año fue la dieta DASH, recomendada para combatir la hipertensión. Es una dieta que recomienda comer mucha verdura, poca azúcar (hasta aquí todo bien), mucha fruta, muchos cereales integrales, muy poca carne y pescado y muy poca grasa.
El problema es que esta dieta no contiene suficientes nutrientes. En este estudio de la universidad de Florida midieron las cantidades de 27 micronutrientes esenciales (vitaminas y minerales) de cuatro dietas. Todas se quedaban cortas. Para conseguir la cantidad correcta de nutrientes con la dieta DASH habría que comer 33.500 Calorías al día.
Es como si nuestra comida estuviera diluida. Las cosas son aún peores si te alimentas de pizza, pasta, pan y cereales de desayuno. ¿Cuál es la solución?
Si quieres una dieta alta en nutrientes esenciales tienes que comer alimentos con una alta densidad de nutrientes y comer menos relleno en forma de carbohidratos vacíoas. Estos son los alimentos con la mayor concentración:
1. Huevos
Nunca se puede repetir lo suficiente. Los huevos son los alimentos más saludables y nutritivos que existen, sobre todo la yema. Come siempre los huevos con yema. Además de proteínas y grasas esenciales, los huevos contienen colina, imprescindible para el cerebro, y antioxidantes como luteína y zeaxantina. Compra huevos de gallinas criadas con pasto o enriquecidos en Omega 3.
2. Salmón, sardinas, caballa y otros pescados grasos
Con una alta concentración de ácidos grasos esenciales Omega 3, altos en proteínas y grandes cantidades de magnesio, selenio, potasio y vitaminas B
3. Espinacas, berzas (kale), brocoli, y otras verduras de hoja
Tira la lechuga iceberg a la basura, las verduras de color verde oscuro son tus aliadas. Altas en vitamina C, A, K1, B6 y potasio, magnesio, cobre y manganeso. No las hiervas, si están crujientes, mantendrán sus propiedades.
4. Algas
Las verduras del mar son mucho más ricas en nutrientes que las de la tierra. Las algas contienen grandes cantidades de calcio, hierro, magnesio, manganeso y sobre todo yodo, imprescindible para la función tiroidea. También son ricas en carotenoides y otros antioxidantes.
5. Ajo
Es el secreto de la buena cocina, pero además contiene vitamina C, B1, B6, calcio, potasio, cobre, manganeso y selenio. Un componente del ajo llamado alicina ayuda a bajar la presión arterial y reducir los niveles de colesterol malo LDL, elevando los de HDL.
6. Moluscos y marisco
Almejas, mejillones, ostras, gambas, cangrejos, la lista es interminable y deliciosa. Una bomba de nutrientes con vitaminas C, B, D, potasio, selenio, hierro y mucha proteína. Si no encuentras frescos, no dudes en consumirlos enlatados.
7. Hígado, riñones y otras vísceras
Según los restos arqueológicos nuestros antepasados comían las vísceras de los animales que cazaban y dejaban los cortes de carne magra para los perros. Ademas de las proteínas, las vísceras están repletas de vitaminas, B, A, cobre, hierro, fósforo zinc y selenio.
8. Cacao
El cacao contiene grandes cantidades de fibra, hierro, magnesio, cobre, manganeso y grasas saludables. Pero lo más importante son los antioxidantes, más que ninguna fruta. Solo tendrás beneficios consumiendo cacao oscuro con más del 70% de pureza. El resto son solo golosinas.
Foto: sea food, de Shutterstock, no reutilizar
Por qué tienes que comer más hígado, riñones, corazón, sesos y otras cosas deliciosas.
¿Has visto alguna vez a los leones y buitres devorar un antílope? Lo primero que atacan no es la pierna ni el solomillo, van directos a por el hígado, el corazón, los pulmones, los ojos y todo lo que no sea carne magra.
En efecto, los órganos son las partes más nutritivas de los animales, y harías muy bien en visitar la sección de casquería de vez en cuando si quieres comer más sano. Estos pueden convertirse en tus platos favoritos de ahora en adelante:
Hígado
El rey de las vísceras, hay gente que lo evita porque piensa que acumula toxinas, pero eso no es cierto. El hígado no acumula nada a no ser que el animal esté enfermo o haya sido tratado con hormonas (las hormonas para el ganado están prohibidas en Europa, aunque no en EEUU). Es la mejor fuente de vitamina A, y aporta cobre, ácido fólico, hierro, muchas proteínas y poca grasa. Mejor que sea de animales jóvenes, y nunca lo cocines demasiado, o se volverá duro como el cuero.
Corazón
Es un músculo, y tiene una gran cantidad de proteínas, hierro y poca grasa, además de selenio, fósforo, zinc y vitamina B. Para cocinarlo lo puedes marinar con sal y zumo de limón durante una hora, y después hacerlo a la plancha.
Sesos
El cerebro tiene menos proteína y un poco más de grasa que otros órganos, pero esa grasa no puede ser más saludable. Contiene grandes cantidades de DHA, el ácido graso imprescindible para mantener el cerebro en forma y, además, curiosamente, perder grasa corporal. También aportan vitamina B12. Para cocinar sesos, límpialos bien, déjalos en remojo y después los puedes saltear o empanar.
Riñones
Puedes comerlos sin miedo, porque los riñones tampoco acumulan toxinas. Contienen un montón de vitamina B12, B3 y B6, riboflavina y hierro. Muchas proteínas y poca grasa. Límpialos y déjalos en remojo para eliminar sabores fuertes antes de saltearlos con aceite de oliva.
Foto: chicken hearts de Shutterstock. No reutilizar
El hígado es el órgano más fascinante de nuestro cuerpo. Es un laboratorio capaz de descomponer y fabricar miles de sustancias, entre ellas aminoácidos, glucosa, colesterol, triglicéridos y hormonas.
Además, el hígado procesa las toxinas que ingerimos y las convierte en compuestos inofensivos para reutilizarlos o eliminarlos. Por ejemplo, el alcohol de una copa de vino es un tóxico. El hígado lo metabolliza convirtiéndolo en ácido acético, que se excreta por la orina, agua y CO2.
El hígado no almacena toxinas. No es un filtro, como el del aspirador, sino un convertidor. Los riñones tampoco almacenan toxinas. Los riñones filtran la sangre y separan los compuestos que nos quedamos, que pasan de nuevo a la sangre, y aquellos que eliminamos, que se expulsan con la orina.
Por tanto, las hierbas y suplementos que se venden como limpiadoras del hígado y los riñones no hacen lo que promenten. Algunos compuestos pueden facilitar el funcionamiento del hígado, pero no contienen nada que no se pueda conseguir con una buena alimentación. Por otro lado, eso no tiene que ver con eliminar toxinas, el hígado ya sabe hacerlo solito.
Los suplementos para la limpieza de los riñones suelen ser diuréticos. Pero los diuréticos no favorecen la eliminación de toxinas, sino la eliminación de agua por la orina. Y el agua no es tóxica.
Otra posibilidad son los laxantes. La combinación de laxantes y diuréticos puede producir la impresión de que el cuerpo se está limpiando. En realidad, solo está perdiendo agua en grandes cantidades.
Ya hemos hablado de esto en el capítulo de las dietas yo-yo. Estas dietas que se ponen de moda todos los veranos, como la de la alcachofa, la del sirope de arce, la de la naranja y otras tantas, se basan en la falsa premisa de que nuestro sistema digestivo necesita unos días de descanso para limpiarse y eliminar toxinas, con la ventaja añadida de perder peso.
Estas dietas no son más que un ayuno disfrazado. Durante el ayuno nuestro cuerpo perderá algo de grasa, pero también masa muscular. Si se combina con diuréticos y laxantes, además, nos deshidrataremos y perderemos sales. En cuanto vuelvas a comer con normalidad recuperarás todo el peso, y con propina, pero no recuperarás la masa muscular.
La teoría de la autointoxicación se la inventaron médicos americanos en el siglo XIX, capitaneados por el doctor Kellogg, inventor de los cereales de desayuno y que padecía de klismafilia (le gustaban los enemas, vaya, El balneario de Battle Creek es una divertida película sobre esta historia). Según su teoría, el colon es un almacén de residuos fecales en descomposición, que pueden quedarse en sus recovecos durante años, provocando todo tipo de enfermedades.
Lástima que en ninguna autopsia se haya encontrado nunca tales residuos. El colon es el tramo final del intestino grueso. La mayoría de los nutrientes se absorben en el intestino delgado. El colon absorbe agua y sales, y empuja las heces al recto, y de ahí al exterior. Allí no se queda nada, a no ser que estés estreñido.
Los enemas o lavativas se conocen desde el antiguo Egipto, y son perfectamente razonables si hay que provocar el tránsito de las heces. Pero la limpieza de colon va un paso más allá, usando litros y litros de agua y arcilla que se introducen mediante mangueras insertadas ya-sabes-dónde.
Si sufres de estreñimiento, bebe más agua, come fibra y en su caso ve a tu médico para que te recete un laxante. Pero no juegues con tu colon.
Las limpiezas de colon son ineficaces y peligrosas, ya que pueden provocar abscesos, perforaciones y deficiencias de electrolitos. Para colmo, una limpieza de colon puede costar entre 100 y 500 euros ¡por una lavativa! Eso sí que es tirar el dinero por el retrete.
En lugar de gastar dinero en procedimientos de detoxificación que no funcionan, ¿no es mejor evitar las toxinas? Sigue estos consejos:
MENOS RESACA
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Alcohol puro (disuelto)
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Cerveza
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Vodka
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Ginebra
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Vino blanco
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Whiskey
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Ron
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Vino tinto
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MÁS RESACA
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Coñac
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Lo que sí se sabe es que la resaca no tiene cura. El cuerpo necesita recuperar el equilibrio, eso lleva un tiempo, y mientras tanto te ves reducido a un desecho humano. Si estás experimentando nuevas dimensiones del dolor, intenta aliviar los síntomas y huye de los remedios caseros:
Por cierto, si piensas que el problema de tu cintura en Navidad son solo los dulces, te olvidas de que el alcohol engorda. Mucho.
Foto: Toms Bauģis