Ni Facebook ni tus amigos sirven como psicólogos

En España alrededor de 250.000 personas sufren problemas mentales diagnosticados, pero según la OMS hay dos millones y medio con depresión, dos millones con ansiedad y una de cada cinco personas sufrirán algún trastorno a lo largo de su vida. La depresión está detrás del 90% de los 10 suicidios diarios que se producen en este país. Sin embargo, todavía hay un fuerte estigma asociado a consultar a un profesional.

En su lugar, las personas que sufren de problemas mentales que podrían llegar a ser graves recurren a sus amigos y, de forma creciente, a las redes sociales como Facebook o Twitter, apelando a la “sabiduría de las masas”, la idea de que un un millón de tontos pueden llegar a una conclusión más certera que la de un solo experto. El problema es que no funciona.

“En el tema de la salud mental, y en muchos otros, un millón de tontos siguen siendo un millón de tontos”, dice el psicólogo Ramón Nogueras, autor del blog Sesgo de confirmación y uno de los impulsores de las terapias psicológicas basadas en la evidencia. “En Internet no es fácil distinguir la información válida de la que no lo es, más aún cuando en círculos profesionales todavía se discute qué constituye una terapia basada en la evidencia”

Recientemente se supo que el músico Kanye West usaba Twitter como su terapia. West confesó que “La gente termina en la cárcel por las cosas en las que estoy pensando, así que en su lugar las tuiteo. Pueden ser 150 tuits, pero así lo echo fuera y me luego siento mejor”.

Nogueras reconoce la validez de compartir los problemas, sea en persona o en las redes. “No me cabe duda de que el contar tus problemas es terapéutico. Eso lo saben bien los curas que han estado siglos monopolizando el mercado de hablar de tus cosas”.

En psicoterapia, y sobre todo en el psicoanálisis se habla de la “alianza terapéutica”, el vínculo que se establece entre el terapeuta y el paciente, que se solo por hablar siente escuchado y comprendido. Esto es algo que también se puede conseguir con un amigo o recibiendo comentarios positivos en Facebook. Según este principio, todas las terapias serían igual de eficaces.

Sin embargo Nogueras destaca que un profesional es capaz de hacer un análisis funcional de las causas de una conducta conflictiva y descubrir qué las produce y sobre todo, qué las mantiene. Desde ahí, el terapeuta puede trazar un plan de acción y enseñar habilidades para afrontar esas conductas.

“Si una persona es muy tímida y habla de su problema con alguien, el amigo le ayudará a desahogarse, pero seguramente no sabrá diseñar un entrenamiento en habilidades sociales. Puede darle algunos buenos consejos, pero un amigo te dirá una cosa y otro amigo otra, no es consistente”, explica Nogueras. “Por el contrario, si vas a dos terapeutas, con ligeras diferencias, los dos te dirán lo mismo. Si tienes fobia a las arañas, los dos decidirán que necesitas un tratamiento por exposición”.

¿Por qué nos cuesta tanto pedir ayuda con los problemas psicológicos? En general la gente no tiene inconveniente en recurrir al médico con un problema fisiológico. Ramón Nogueras pone un ejemplo: “Si tienes un defecto genético, pues chico, no es culpa tuya. Si desarrollas un cáncer, puede haber factores de riesgo como fumar, pero como hay gente que fuma y no tiene cáncer tienes la sensación de que tampoco es cosa tuya. Sin embargo el trastorno mental siempre te deja ese regusto de culpa, de ¿habré hecho yo algo?”.

La enfermedad mental padece un estigma muy arraigado asociado al vicio, la consulta desordenada o incluso la posesión demoníaca. Consultar con un profesional está descartado y la primera reacción es “yo no estoy loco”, pero no hace falta tener un trastorno grave para acudir a la consulta de un psicólogo.

“La gran mayoría de las personas que acuden al psicólogo no tienen un problema de conducta”, dice Nogueras “En realidad tienen problemas existenciales: no sé qué hacer con mi vida, me cuesta tomar decisiones, me cuesta superar una pérdida, pero nada de eso es una enfermedad. La persona lo pasa mal, pero no es un trastorno”.

Incluso en estos casos, los amigos o Facebook pueden hacer más mal que bien. “Un amigo te puede recomendar una pseudoterapia, o cosas que le han funcionado a él, pero pueden ser desastrosas para ti. La gente habla desde su propia experiencia, y eso puede ser aplicable o no. Es como si yo me dedico a aconsejar a alguien que tiene hepatitis. El único consejo válido que le puede dar es que vaya al médico”, insiste Nogueras. 

¿Cuándo ir al psicólogo? Ramón Nogueras indica tres condiciones que nos deben hacer plantearnos una consulta:

  • El problema interfiere con tu vida cotidiana. Si tienes un duelo por una ruptura, y estás triste, pero te sientes capaz de trabajar, atender a tus obligaciones, relacionarte con tus amigos, seguramente no sea necesario. Pero si hay cosas que antes eras capaz de hacer y ahora no, probablemente debas ir a la consulta.
  • El estado de ánimo alterado se prolonga en el tiempo, sin una causa clara, es buena idea consultar a un profesional. Un duelo que dura demasiado, o un estado de ansiedad en el trabajo que no se pasa son posibles motivos.
  • Cuando no eres capaz de encontrar una causa aparente para tu malestar. Si has perdido a un ser querido estás triste, no hay duda de cuál es la causa. Pero si en tu vida todo va bien pero sientes una tristeza tremenda que no sabes de dónde viene, es el momento de que alguien te ayude a descubrir cuál es el motivo y tratarlo. 

Como en todos los problemas de salud, lo mejor es la prevención. Estas son algunas de las medidas que propone Nogueras para mejorar nuestra salud mental:

  • Aprender a comunicarse de forma clara y asertiva
  • Aprender el manejo del estrés y la frustración
  • Aceptar que las emociones negativas son algo normal e integral en la vida de las personas
  • Desarrollar una red de apoyo social, relaciones y aficiones

Además, la meditación frecuente ha demostrado uno beneficios moderados pero significativos en el tratamiento del estrés. Asimismo, el ejercicio físico regular mejora la mayoría de los problemas psicológicos.

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“Estas cosas son de cajón, pero hay que repetirlas, porque aún se discuten”, aclara Nogueras. “Hay quien predica que tienes que estar feliz todo el tiempo, o si no, es que lo estás haciendo mal. No hay nada más falso”.