Por lo general te puedes fiar de lo que pone en la tabla de datos nutricionales de los alimentos. Sin embargo, los mensajes que aparecen por delante no son tan precisos.
Ya sabes lo importante que es leer las etiquetas que aparecen en la parte de atrás de tu comida envasada: los datos nutricionales. Allí encontrarás las cantidades de proteínas, azúcar y otros valores a los que debes prestar atención, como el recuento total de calorías y la presencia de grasas trans.
Pero en los envases de tu comida hay publicidad: mensajes que no tienen sentido desde el punto de vista de la nutrición, pero te hacen pensar que el alimento es más sano. Estos son algunos de los más comunes:
- 100% natural: esto no significa nada. Para que aparezca la palabra natural, el alimento debe tener una propiedad por sí mismo, por ejemplo “fuente natural de calcio”. Tampoco garantiza que no tenga aditivos, porque también los hay naturales.
- Bio, orgánico: significa que está producido según las normas de agricultura y ganadería orgánica, pero no quiere decir que sea mejor para la salud. La miel orgánica sigue siendo azúcar.
- Light, ligero: solo se puede incluir si hay una versión normal del alimento, y la light tiene un 30% menos de calorías.
- Sin azúcares añadidos: mira la etiqueta, porque en esa mermelada hay un montón de gramos de azúcar que proviene de la fruta, y que tiene el mismo efecto que el azúcar añadido.
- Científicamente probado: tiene que estarlo de verdad por un estudio, y tener una autorización administrativa. Lo sabrás porque incluye una referencia al estudio en concreto. En otro caso, no han probado nada.
- 90% libre de grasa: quiere decir que contiene un 10% de grasa.
- Libre de grasas trans: la legislación en muchos países permite hasta un 1% de grasa trans sin necesidad de declararlo.
Foto: grocery shelf, de Shutterstock, no reutilizar.