Hace tres años todos los medios de comunicación saltaron sobre una noticia publicada por la prestigiosa revista médica Annals of Internal Medicine. Una copa de vino al día era saludable e incluso podía disminuir el riesgo de padecer enfermedades. El año pasado lo corroboró otro artículo que indicaba que los bebedores moderados de alcohol tenían una mortalidad menor, incluida la mortalidad por cáncer y enfermedades cardiovasculares.
Así que al final, un vinito era saludable, cosa que los pueblos mediterráneos sabíamos de siempre, ¿verdad? Ahora la (también prestigiosa) revista The Lancet publica un macroestudio, comparando 195 países y territorios entre 1990 y 2016, llegando a la conclusión de que “la cantidad de alcohol que minimiza el perjuicio para la salud es cero”.
Los titulares no se han hecho esperar y la conclusión para muchas personas está clara: no te puedes fiar de lo que dicen los científicos ni los médicos, porque están cambiando de opinión constantemente. Es mejor confiar en la homeopatía, que no ha cambiado el discurso desde que se inventó en 1796. Eso sí que es consistencia (en su ineficacia también).
El problema está, claro, en hace falta algo para lo que tú no tienes tiempo: leer lo que dice el maldito artículo antes de compartirlo en Facebook. Si todavía no sabes la importancia de leer la letra pequeña es que nunca has contratado una línea de ADSL. Vamos a ver qué decía cada estudio:
- En el primero se estudió a 224 pacientes con diabetes tipo 2 que bebieron 150 ml de vino al día con la cena durante dos años de forma controlada y aleatoria, comparándolo con beber agua. Por desgracia no pudo ser un estudio con placebo porque la gente se daba cuenta de la diferencia entre el vino y el agua. Se observó que el vino aumentaba el colesterol “bueno” HDL, bajaba la glucosa en ayunas y aumentaba la sensibilidad a la insulina.
- El segundo es el típico de esperar a que se muera la gente, intentando aislar las causas. Los bebedores moderados vivían, por supuesto, más que los bebedores empedernidos, pero también más que los abstemios. Los datos se recopilaron en una muestra de población de EEUU, a partir de una encuesta con más de 300.000 personas y un seguimiento de ocho años.
- Finalmente el estudio de The Lancet dice que al estudiar los datos combinados de 592 estudios, con datos de más de 28 millones de individuos, se encontró que cualquier cantidad de alcohol, por pequeña que fuera, aumentaba la mortalidad.
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Para entender por qué todos estos estudios pueden ser correctos, tenemos que ver cuáles son las limitaciones:
- En el primer estudio no se trataba de la mortalidad, sino de los indicadores de riesgo de la diabetes. El alcohol, por un mecanismo no conocido del todo, suaviza los picos de glucosa e insulina, justo lo que los diabéticos necesitan. Pero el que mejore su diabetes no quiere decir que necesariamente tengan que morir más tarde.
- Ese es el problema del segundo estudio, que es de brocha muy gorda. Las causas por las que la gente muere son múltiples, y pueden estar relacionadas. Podemos pensar, por ejemplo, que las personas que tienen el autocontrol suficiente para limitarse a una copa de vino al día también lo ejercen a la hora comer más sano y cantidades razonables, o hacer ejercicio. Tampoco lo sabemos, pero podemos especular que los abstemios quizá fumen más, o que perseguidos por la idea del pecado, tengan menos sexo, cosas que también hacen que la gente muera antes.
- El último estudio se tuvieron en cuenta 23 enfermedades relacionadas con el consumo de alcohol para hacer las estimaciones del riesgo de muerte, llegando a conclusiones tan impactantes como que el alcohol mata a 2,8 millones de personas al año, y solo en España a 38.000. Pero esto no es un ensayo, sino un análisis estadístico y, de nuevo, la gente se muere por muchas causas diferentes que nunca vienen solas. Es muy probable que los bebedores, además, fumen más. La gente que bebe tiende a ser más pobre y tener menos acceso a servicios de salud. Seguramente los bebedores también hacen menos deporte.
Cuando hay varias posibles causas se usa lo que en análisis estadístico se llaman variables de control. Básicamente consiste en preguntar no solo cuánto alcohol se bebe, sino también cuánto se fuma y cuánto deporte se hace. Con esos datos es posible comparar los efectos del alcohol independientemente del tabaco y la actividad física. Por desgracia el estudio de The Lancet no pudo hacerlo, porque esos datos no estaban en las fuentes originales. Solo pudieron controlar por edad, sexo y localización.
Riesgos y riesgos
La otra parte del análisis es el riesgo. ¿De dónde salen esos 2,8 millones de muertos a manos del alcohol? Del incremento de riesgo relativo. El alcohol aumenta en un 0,5% las posibilidades de sufrir una de las 23 enfermedades estudiadas. Pero ojo, eso no quiere decir que de cada 100.000 personas que beben 500 se pondrán enfermas. Lo que quiere decir es que de cada 100.000 personas que no beben, 914 se pondrán enfermas, y de cada 100.000 personas que sí beben, 918 se podrán enfermas. La diferencia entre beber y no beber es de 4 enfermos más de cada 100.000.
En realidad todos estamos expuestos permanentemente a situaciones que aumentan o disminuyen nuestro riesgo de enfermedad o muerte. Correr por la calle a diario seguramente aumenta el riesgo de morir atropellados, pero a cambio disminuye el riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares. Los diabéticos disminuían los riesgos de su enfermedad bebiendo una copita de vino, que seguramente los perjudicaba en otros aspectos de su salud, aumentando el riesgo de muerte por otras causas.
El riesgo relativo de sufrir cáncer de colon si comes bacon todos los días es de un 18% más. El aumento riesgo relativo de sufrir cáncer de pulmón por fumar es de un 2000% más. Quienes comparan la carne procesada con el tabaco no saben matemáticas.
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El estudio publicado por the Lancet tiene razón. No hay cantidad segura de alcohol. Tampoco hay cantidad segura de oxígeno, que es la causa última de la muerte. El alcohol es una sustancia tóxica que tu cuerpo tiene que eliminar, y lo hace de forma muy efectiva en el hígado, convirtiéndolo en agua y CO2.
Pero ¿cero alcohol? Imposible. Las bacterias del intestino producen varios gramos de alcohol por fermentación dentro de ti todos los días y tu hígado se ocupa de él. Demasiado alcohol, y el hígado no da abasto para eliminarlo. Ahí es donde llegan las enfermedades, de forma inexorable cuando el consumo es excesivo.
El consumo de alcohol es un riesgo relativo para la salud, y la vida consiste en evaluar riesgos, porque no podemos evitarlos todos. Lee la letra pequeña, y especialmente la que indica los grados de tu bebida.
¿En qué se basa todo esto?
Effects of Initiating Moderate Alcohol Intake on Cardiometabolic Risk in Adults With Type 2 Diabetes: A 2-Year Randomized, Controlled Trial
Este ensayo aleatorio a largo plazo sugiere que iniciar la ingesta moderada de vino, especialmente el vino tinto, entre los diabéticos bien controlados como parte de una dieta saludable es aparentemente seguro y disminuye modestamente el riesgo cardiometabólico. Las interacciones genéticas sugieren que el etanol juega un papel importante en el metabolismo de la glucosa, y los efectos del vino tinto también involucran componentes no alcohólicos.
Relationship of Alcohol Consumption to All-Cause, Cardiovascular, and Cancer-Related Mortality in U.S. Adults.
La ingesta ligera y moderada de alcohol podría tener un efecto protector sobre la mortalidad por todas las causas y específicas de CVD en adultos de EE. UU. El consumo excesivo de alcohol se asoció con un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas y mortalidad por cáncer.
Alcohol use and burden for 195 countries and territories, 1990–2016: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2016
Encontramos que el riesgo de mortalidad por todas las causas, y de cánceres específicamente, aumenta con niveles crecientes de consumo, y el nivel de consumo que minimiza la pérdida de salud es cero.
The Lancet: Alcohol is associated with 2.8 million deaths each year worldwide
Específicamente, al comparar ninguna bebida con una bebida al día, el riesgo de desarrollar uno de los 23 problemas de salud relacionados con el alcohol fue 0.5% mayor, lo que significa que 914 de cada 100,000 15-95 años desarrollarían una condición en un año si no bebieran, pero 918 personas en 100,000 que bebían una bebida alcohólica al día desarrollarían un problema de salud relacionado con el alcohol en un año.