Sobre el papel, parece una buena idea. Por un (no tan módico) precio, una empresa o una clínica toma una muestra de tu saliva y analiza tu ADN, como en CSI. En concreto mira las variaciones en ciertos genes que regulan cómo de bien asimilas las vitaminas, la lactosa, los carbohidratos o las grasas.
Hay que admitir que hay algo de ciencia que respalda esa propuesta. Por ejemplo, una cierta mutación en un gen llamado AMY1 influye en la capacidad de generar amilasa, la enzima que empieza a digerir los carbohidratos. Si tienes menos, supuestamente deberías comer menos carbohidratos, porque los toleras peor.
Con todos esos resultados se confecciona una dieta y un plan de entrenamiento adoptados a tu genotipo. Esto es la nutriogenómica, la ciencia de los genes aplicada a tu pérdida de peso. Promete una dieta que, esta vez sí funcionará. Las veces anteriores seguro que estabas comiendo cosas que no te convenían.
Es demasiado bonito para ser cierto. Las dietas basadas en el ADN no funcionan ni mejor ni peor que las otras. Lo bueno de la ciencia es que siempre se puede diseñar un experimento para refutar cualquier cosa, y es lo que acaba de ocurrir gracias a un estudio de la Universidad de Standford. Pero antes, unas explicaciones.
Nuestro cuerpo es el producto de nuestro ADN, ese conjunto de moléculas que se encuentran en el interior de todas nuestras células, y que llevan el manual de instrucciones de lo que somos, desde el color de ojos hasta la predisposición a tener alergias. Sin embargo, los genes no determinan todo.
Por dar un ejemplo sencillo, nuestra altura está determinada entre un 60 y 80% por nuestros genes. Sin embargo, entre un 20 y un 40% de la altura puede variar dependiendo de los factores ambientales, en concreto la nutrición. Si la media de estatura es de 175 y tú mides 180, hay tres centímetros que son herencia de tus padres, pero los otros dos se los tienes que agradecer a los bocadillos de jamón en el recreo. Cuando se elimina la desnutrición de los países, se tiende a estabilizar la altura media en su máximo genético.
Lo mismo ocurre con otros rasgos y enfermedades en mayor o menor medida. Muchas veces el entorno y el comportamiento son los principales determinantes. Puedes tener una predisposición genética al cáncer de pulmón, pero solo el 8% de los cánceres de pulmón son hereditarios, mientras que el tabaco es responsable entre el 80 y el 90% de los casos.
Todo indica que con la comida pasa lo mismo. En el estudio, de Standford publicado en el Journal of the American Medical Association, los investigadores compararon a 609 personas con sobrepeso. Las separaron en dos grupos: una hizo una dieta baja en grasa, y los otros una dieta baja en carbohidratos. Las personas se asignaron a los grupos al azar.
Después hicieron a estas personas el susodicho análisis de ADN. Con los resultados intentaron predecir si cada dieta en concreto les iba a funcionar o no. Los dos grupos perdieron peso, de media cinco kilos para el grupo bajo en grasas y seis los del bajo en carbohidratos.
¿Pudieron predecir a quién le iba a funcionar mejor cada dieta basándose en el ADN? No. Los resultados fueron distintos en cada caso, fuera cual fuera su predisposición genética.
No es la primera vez que se vende una dieta intentando adaptarla según las características individuales de cada persona. Por desgracia, esas que no tienen ninguna influencia en o de la dieta. Estos son algunos ejemplos. Si alguien quiere venderte una de estas, lee antes:
La teoría es que los subproductos de la digestión de determinados alimentos (carne, pescado, cereales, leche o huevos) son ácidos, y por tanto vuelven ácido nuestro cuerpo. El pH ácido puede provocar enfermedades, pero tomando alimentos alcalinos, como frutas y verduras, lo podremos reequilibrar.
Suena bien, pero es totalmente falso. El pH de nuestra sangre está cuidadosamente regulado por los riñones entre 7,35 y 7,45. Si se sale de esos valores, morimos. La dieta no influye en absoluto en el pH de la sangre. Lo que sí cambia la dieta es el pH de la orina, ya que es precisamente excretando los ácidos o bases como nuestro cuerpo regula el pH de la sangre. Por el mismo motivo, la comida “ácida” tampoco produce osteoporosis. Todo el invento carece de base científica.
Esta dieta ha estado circulando durante más de dos décadas. Inventada por un naturópata llamado Peter D’Adamo, que ha vendido millones de libros, propone que el grupo sanguíneo (A, B, AB o O) determina los alimentos que son beneficiosos o perjudiciales para nuestro organismo. Así, las personas con sangre de tipo A deben evitar la carne roja y el pescado, mientras que los de tipo O pueden deben comer carne y pescado pero deben evitar los cereales.
Ojalá fuera tan fácil, pero la verdad es que dieta del grupo sanguíneo no tiene ninguna base. Por un lado, los beneficios de evitar los cereales o comer más verduras se han podido comprobar en personas de todos los tipos de sangre. En 2013 se publicó una revisión de más de 1.400 estudios al respecto, y ninguno de ellos había tenido resultados concluyentes.
No hay recetas mágicas. Las pruebas de estudios muy extensos, como el estudio PURE presentado recientemente, apuntan a que la clave está en el control de los carbohidratos, sin que importe el ADN, el grupo sanguíneo o el pH.
How much of human height is genetic and how much is due to nutrition?
El hecho de que la altura media de la población de EE. UU. Casi se haya estabilizado en la última década sugiere que el entorno de los nutrientes casi ha maximizado el potencial genético de la altura, al menos en este país. Una nutrición mejorada en otros lugares puede tener beneficios similares en términos de estatura.
Familial risk for lung cancer
Aproximadamente el 8% de los cánceres de pulmón se heredan o se producen como resultado de una predisposición genética a fumar.
Lung cancer in never smokers Epidemiology and risk prediction models
De hecho, la mayoría del cáncer de pulmón es atribuible al tabaquismo, con entre 80% y 90% de cáncer de pulmón atribuible al uso del tabaco.
The kidney and acid-base regulation
Cuando se producen trastornos sistémicos ácido-base, los riñones responden alterando adecuadamente la excreción neta de ácido renal (RNAE). Por lo tanto, con la acidosis la excreción de RNAE aumenta, mientras que la RNAE disminuye con la alcalosis.
Blood type diets lack supporting evidence: a systematic review
Actualmente no existen pruebas para validar los supuestos beneficios para la salud de las dietas de tipo sanguíneo. Para validar estas afirmaciones, se requieren estudios que comparen los resultados de salud entre los participantes que se adhieren a una dieta sanguínea particular (grupo experimental) y los participantes que continúan una dieta estándar (grupo control) dentro de una población de sangre determinada.
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