El dolor que sientes al hacer deporte está en tu mente. Así puedes controlarlo.
En las películas el protagonista se esfuerza más allá de lo humano repitiendo “no hay dolor”. En muchos gimnasios repiten la frase «No pain, no gain», sin dolor no hay progreso. Puede que tú te repitas lo mismo cuando tu cuerpo empieza a quejarse mientras estás corriendo o levantando esas pesas. Parece que estamos condenados a sufrir, pero eso no está tan claro.
El dolor existe, pero es subjetivo. El mismo pinchazo puede ser insoportable para una persona y tolerable para otra. No solo eso, sino que es posible inducir dolor sin que haya un estímulo realmente doloroso. En la llamada ilusión de la parrilla térmica, un experimento de 1896 repetido multitud de veces, se introducen dos dedos de una mano en agua caliente, a 40 grados, y otro dedo en agua fría, a 20 grados. Esto genera una sensación de quemazón muy dolorosa en el dedo que está en agua fría.
En efecto, parece que el dolor está más en el cerebro que en otro sitio. En otro experimento de la universidad de Philadelphia a los voluntarios se les producía dolor usando calor. Cuando se les pedía que pensaran que su piel se quemaba y ennegrecía, el dolor aumentaba. Si pensaban que era una sensación cómoda, como estar frente a una chimenea, el dolor disminuía.
Otro ejemplo es Dennis Rogers. A pesar de no ser tan físicamente imponente como Halfthor Bjornson, este strongman podía doblar barras de hierro con las manos o sujetar aviones despegando.
Al hacer un estudio de sus músculos, se descubrió que no tenía una mayor masa o densidad muscular que otras personas, sino que podía reclutar más fibras musculares ignorando el dolor. En una de sus proezas sujetando varias motocicletas apretó tanto los dientes que se partió uno. En lugar de ir al dentista, se lo arrancó de cuajo con los dedos, raíz y todo.
Los deportistas de todas las disciplinas tienen trucos mentales parecidos, y tú también puedes usarlos. Cuando sufras haciendo deporte, no intentes olvidar o ignorar el dolor. En su lugar, intenta observarlo y cambiar la forma de pensar sobre él. En lugar de repetirte “no puedo soportarlo”, que lo hace peor, simplemente sé consciente del dolor y piensa “mis músculos están trabajando duro y mi cuerpo está mejorando”. Funciona.
Que curioso lo de la parrilla térmica luego lo pruebo, gran artículo como siempre Darío