Si no eres capaz de concentrarte en algo, o te cuesta empezar con una tarea, solo necesitas ser cabezota durante 20 minutos. ¿Te crees capaz?
Decía Edison (o quizá Tesla, a quien Edison robó hasta las frases, quién sabe) que el genio era un uno por ciento de inspiración y un 99% de transpiración.
Nada más cierto. Todos sabemos lo que ocurre cuando nos sentamos a trabajar en algo, e inmediatamente nos interrumpen, o lo que es peor, nuestra mente sobreestimulada se distrae con otras… ¡oh mira ese vídeo de un tiburón blanco!
Lo cierto es que la concentración no es instantánea y a nuestro cerebro le cuesta un rato ponerse a fondo con una tarea. Varios estudios han determinado que este tiempo va desde cinco a 25 minutos, dependiendo de las personas.
Si nos empeñamos y conseguimos seguir con una sola tarea durante 20 minutos, lo más probable es que seamos capaces de seguir, e incluso entremos en el estado de flujo, ese espacio mental en el que lo que hacemos parece más fácil, perdemos la noción del tiempo y somos más productivos.
Lo mismo ocurre con el deporte. Es mucho más fácil terminar un entrenamiento o una carrera una vez hemos pasado esa barrera invisible de los primeros 20 minutos, que son los más duros.
El secreto es tener expectativas bajas: es probable que en esos primeros 20 minutos no hagamos mucho. Por eso es importante superar la frustración y seguir adelante, aunque no estemos consiguiendo gran cosa. Los resultados aparecen después de los 20 minutos.
¿Te resulta familiar? En efecto, es el mismo principio detrás de la técnica pomodoro, en la que se trabaja en bloques de 25 minutos con cinco minutos de descanso entre medias.
Si tenemos en cuenta que después de una interrupción tardamos otros 25 minutos en volver a concentrarnos, podremos entender por qué es un disparate intentar trabajar en una oficina, donde el trabajador medio es interrumpido cada 11 minutos, según un estudio de la Universidad Carnegie Mellon. Es el motivo por el que muchas veces, las mejores ideas surgen cuando no estamos trabajando.
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Rayos!!! el tiburón lucho, hasta de las agallas le salía sangre