La técnica de mindfulness, concentrarse en el momento presente, tiene una aplicación inmediata a la hora de la comida, y puede ser la clave para perder peso.
La palabra mindfulness está de moda, e inmediatamente nos hace pensar en gente en la postura del loto cantando Oooooooom. Sin embargo, no tiene nada que ver con dejar la mente en blanco, ni hace falta quemar incienso. Se trata simplemente de prestar atención al momento presente.
¿Prestamos atención al presente? Hoy en día, raramente. No nos damos cuenta de que viajamos porque estamos consultando Facebook. No disfrutamos de una reunión de amigos porque estamos chateando con un grupo de personas que no están ahí. Lo más importante es que no nos damos cuenta de lo que comemos porque estamos viendo la televisión, delante del ordenador, o con la mente en otro sitio.
Cuando no estamos concentrados en comer, comemos inconscientemente. No percibimos adecuadamente nuestro apetito, nuestros antojos ni las señales de nuestro cuerpo. Cuando comemos inconscientemente se producen varios efectos perniciosos:
- Comer compulsivamente: consiste en comer en grandes cantidades sin control, sin darte cuenta de que estás comiendo demasiado, muy rápidamente. A la larga conduce a la obesidad.
- Comer emocionalmente: es cuando comemos como reacción a un estado emocional, por ejemplo, atiborrarse de helado por un desengaño amoroso o comer grandes cantidades de chocolate por un problema en el trabajo, en un intento de sentirse mejor.
- Comer por señales externas: en este caso comemos demasiado por vernos en entornos o situaciones que provocan antojos, como estar con otras personas en restaurantes de comida basura, o comer dulces solo porque nos atrae el olor al pasar por delante de la pastelería.
En varios estudios se ha podido comprobar que usando técnicas de comida consciente, que hacen que prestemos atención al acto de comer, todos estos problemas mejoran, y las personas pierden peso.
Así puedes empezar a hacer consciente tu comida hoy mismo:
- Come sin distracciones: nada de televisión, teléfono móvil ni lectura
- Come lentamente: si masticas bien y haces pausas entre bocado y bocado darás tiempo a tu cuerpo a recibir las señales de saciedad, que pueden tardar unos 20 minutos en llegar a tu cerebro.
- Come cuando tengas hambre: escucha a tu cuerpo y evalúa la cantidad de hambre que tienes, después planifica la cantidad de comida que necesitas
- Pon tus sentidos en la comida: investiga qué hay en tu plato y percibe la diferencia entre sabores, aromas, texturas, colores e incluso sonidos mientras comes
- Respira: si tienes ansiedad, intenta respirar hondo antes de empezar a comer para rebajar tus niveles de estrés y conseguir calmarte
- Disfruta de la comida: no se trata de darse antojos, sino de encontrar placer en cosas sencillas, desde la frescura de una lechuga hasta el crujir de una manzana o la intensidad de una yema de huevo.
- Analiza cómo te sientes después de comer: así sabrás el efecto que tienen los alimentos, y podrás asociar tus sensaciones, buenas y malas, con lo que comes.
- Deja de comer a tiempo: si estás lleno, no comas más, es mejor darte la oportunidad de disfrutar de la siguiente comida que sentirte mal el resto del día.
¿A qué esperas para comer con la mente abierta?
Foto: tasting, de Shutterstock, no reutilizar
Muy buenos consejos Darío. Este es mi principal problema, yo engullo como los patos y parece que el sentido del gusto lo tengo en la garganta y perfectamente puedo terminar de comer en 3 o 5 minutos cuando a mi alrededor tardan 15 o 20. Intento controlarlo… pero casi siempre me supera.
Quería exponer un truco que cuando tengo ansiedad me funciona, a la hora de picar … cojer una onza de chocolate pequeña, darle medio muerdo, saborearlo en el paladar, … luego, picar zanahorias, apio o verduras de este tipo … y cuando te llenas, volver a saborear el trocito de chocolate que te queda, como si te hubieras comido un conejito de chocolate entero … jajaja