Deja de contarte mandangas a ti mismo. Deja de mentirte a ti misma. Fallar es parte del proceso, lo que haces después es lo que marca la diferencia.
Si perder grasa y ganar músculo fuera fácil, este blog no tendría sentido. El modelo de la dieta Transformer no es estricto. Los ejercicios están graduados. Incluso te aconsejo que te concedas un atracón semanal.
Aún así, sé que vas a fallar.
Ya sabes cómo funciona. El sábado se te va la mano con las copas y los doritos. El domingo, de resaca, te haces una promesa: el lunes empiezo a hacer las cosas bien. Porque el domingo también te inflas a comer pasteles en casa de tus padres, claro. El lunes será.
El lunes vas al gimnasio. Está lleno. Los gimnasios están llenos los lunes porque todo el mundo se hace la misma promesa. El martes ya no vas. Lío en el trabajo, y aún tienes agujetas del lunes. Llega la hora de comer y te pides la tarta de chocolate de postre. Te la has ganado ¿no?
No. Has fallado. Estás comiendo azúcar que irá a tu barriga, y lo sabes.
Aquí es donde tu cerebro te la juega. Piensas, ¡soy un desastre! ¡la semana está perdida!
Solo es martes, y te acabas de dar permiso para ponerte como una morsa durante el resto de la semana. Estás tirando la toalla y utilizando tu propio fracaso, aunque sea mínimo, para justificarlo. Ya qué más da, todo está perdido desde esa fatídica tarta de chocolate. Casi mejor me pido otra.
El domingo vuelven los remordimientos. El lunes vuelves al gimnasio. La historia se repite.
El principal problema es que cuando fallamos, nos juzgamos a nosotros mismos con demasiada dureza. Ese estado es insoportable, así que nuestro cerebro busca una forma de evitarlo. ¡Eureka! Fallaremos todo el tiempo, así no nos sentiremos tan mal.
Tienes que salir como sea de ese círculo vicioso. Tienes que aprender a fracasar en pequeñas dosis sin pasarte al lado oscuro.
Para cambiar tu cuerpo tienes que seguir el plan como mínimo un 80% del tiempo. Si lo sigues un 90% del tiempo los resultados serán aún mejores. Pero no bajes del 80%.
Lo mas importante es que te des cuenta de lo que estás haciendo. Si no, al final de la semana habrás olvidado cuántos pasteles has comido, y seguramente serán muchos más de los que crees.
Haz visibles y tangibles tus pequeños fracasos para que no se conviertan en grandes. Esto es lo que necesitarás:
El lunes, ponte esas cinco fichas en el bolsillo. No vas a ahorrar, vas a gastar. Ese es tu presupuesto para fallar esta semana.
Cada vez que dejes de ir al gimnasio, o te comas una porquería, pon una de las fichas dentro del bote. Si por ejemplo el miércoles ya no te quedan, sabrás que no tienes presupuesto para fallar más veces. El lunes siguiente, saca las monedas y la cuenta vuelve a cinco.
Parece tonto. No lo es. El tonto es tu cerebro, y puedes vencerlo con trucos tan sencillos como estos. Pero no te confíes, aleja el peligro:
Foto: young woman in front of refrigerator, piggy bank, de Shutterstock, no reutilizar
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Me encanta tu blog, en serio, gran trabajo, me identifico mucho contigo cuando dices que te gusta saber cómo funcionan las cosas, que eres un hacker de tu cuerpo;
pero:
Has escrito "el lunes empiezo ha hacer las cosas bien"
gracias, corregido :-)