Si quieres cumplir tus propósitos este año, tienes que convertirlos en pedazos más manejables. Divide por diez y vencerás.
El año nuevo es tiempo de nuevos propósitos. Después del atracón de comida navideño, muchos de esos propósitos se presentan como expectativas inalcanzables sobre nuestro cuerpo: perder 10 kilos, correr el doble de kilómetros, ir al gimnasio cuatro veces por semana.
Los propósitos demasiado ambiciosos tienen el efecto contrario sobre tu cerebro. Se convierten en una meta inalcanzable que genera frustración. El mecanismo es muy conocido:
Convence a tu perezoso cerebro con una meta alcanzable. Divide por 10.
Por ejemplo, si quieres bajar cinco tallas o levantar 20 kilos más, piensa que al final del primer mes deberías haber perdido media talla, o ser capaz de levantar 2 kilos más. Eso es mucho más sencillo que el objetivo anterior, y te aseguras que tendrás éxito.
Cada vez que constatas que has cumplido una meta, el efecto contrario se pone en marcha. En tu cerebro se disparan los mecanismos de recompensa. Cuando asocias hacer deporte o comer bien a una recompensa, en lugar de al sufrimiento, te vuelves adicto a esa sensación.
El mes siguiente, incrementa otro diez por ciento. Al final del año, la diferencia será increíble.
Foto: runner start, de Shutterstock, no reutilizar
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