La verdad sobre la cerveza


Una cervecita después de entrenar, ¿buena o mala idea?
Hace unos años un estudio del catedrático Manuel Castillo Garzón de la Universidad de Granada dio la vuelta al mundo. ¡La cerveza es buena después del ejercicio!, se apresuraron a publicar. Si lo dicen los científicos, ¡póngame otra caña por favor!
En realidad el estudio del doctor Garzón hablaba de la eficacia de la cerveza para rehidratar el cuerpo después de hacer ejercicio a 40 grados, y el resultado es que era solo un poco mejor que el agua.
La cerveza también contiene maltodextrina y maltosa, azúcares que se absorben muy rápidamente, con un índice glucémico superior al de la glucosa pura. Ya sabes que hay evitar los alimentos con IG alto, con una sola excepción: después de un entrenamiento de fuerza.
Pero antes de tomarte dos pintas después del gimnasio, piensa en el otro ingrediente de la cerveza: el alcohol. El alcohol impide que ganes músculo y te hace ganar grasa, lo contrario de lo que quieres. Estos son los motivos:

  • El alcohol tiene siete calorías por gramo, casi tanto como la grasa. Es muy fácil pasarse. Piensa en que ese chupito de vodka es como si fuera de aceite.
  • El alcohol es tóxico para el organismo, y el hígado tiene que metabolizarlo para convertirlo en compuestos inofensivos. Mientras está ocupado con el alcohol, el hígado no puede quemar grasa.
  • El alcohol te deshidrata, por mucho que pienses que una cerveza quita la sed. Por eso tienes la boca seca cuando te levantas con resaca. Lo ideal sería beber agua al mismo tiempo, pero después de unas cuantas cervezas ya no te acuerdas del agua.
  • El alcohol es vasoconstrictor, es decir, reduce el riego sanguíneo. Una mala idea antes de entrenar, porque te dejará sin fuerzas, pero también después, que es cuando tu cuerpo necesita recuperarse.
  • El alcohol neutraliza la testosterona, y ya sabes que necesitas testosterona para ganar músculo y perder grasa. También interfiere con la regeneración de los músculos que debe tener lugar tras el ejercicio.

Todo esto no quiere decir que tengas que privarte de una copa de vino o una cerveza de vez en cuando, pero siempre con moderación. Se ha comprobado que una o dos copas de vino o cerveza, dos veces por semana, es beneficiosa por los antioxidantes que contiene. Aprovecha tu día libre en el que te puedes olvidar de la dieta. Pero evita emborracharte, porque te pasará factura en forma de michelín.