En vacaciones, que tu cerebro descanse, pero no te olvides de tu cuerpo.
Lo primero que tienes que hacer cuando empieces tus vacaciones es… ¡nada! Pasa los primeros días en estado catatónico, deja que la máquina baje sus revoluciones.
Tras estos días comatosos se produce un cambio. Si eres de los que entrenan duro todo el año, tu cuerpo te pedirá ponerte en movimiento otra vez. Aprovecha para pasarlo bien. Si por el contrario llevas una vida sedentaria (ay, ay) comprobarás que pasados unos días también te apetece aprovechar las vacaciones para moverte un poco.
Varios estudios han demostrado que el ejercicio que se disfruta es más efectivo que el que se sufre. Cuando se pasa un mal rato, el ejercicio es estresante y se genera cortisol, que obstaculiza la pérdida de grasa y el crecimiento muscular. Así que aprovecha el verano para hacer deportes en los que te diviertas como si tuvieras siete años.
Y no te olvides de jugar en la playa.
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