Estás sentado en la oficina, miras por la ventana y justo enfrente han montado un circo al aire libre con leones y trapecistas. Intentas concentrarte, pero no puedes evitar mirar de vez en cuando. Hoy no va a ser un día muy productivo.
Algo parecido puede ocurrirte con esa ventana al mundo que es Internet. Hace cincuenta años las cosas eran más sencillas, el trabajo estaba en la oficina o la fábrica. No había muchas distracciones, ni muchas formas de llevarse el trabajo a casa. Sin embargo, hoy tus amigos interrumpen tu trabajo a través de Facebook, y tu trabajo interrumpe la cena con tu familia a través de tu Blackberry. Hay que poner límites y volver a separarlos. Estas son cosas sencillas que puedes hacer desde hoy mismo:
- Cuentas separadas: si no te separas del ordenador, haz dos cuentas de usuario. Una para el trabajo, sin juegos y con algún programa de control, y otra con todos tus juegos, redes sociales y correo personal.
- Cierra la puerta, cierra la tapa: si es posible, separa físicamente el trabajo y el placer. Si trabajas en casa, usa una habitación que puedas cerrar y olvidar cuando termines. Otra solución es usar un ordenador diferente y, si es un portátil, al final del día de trabajo, cerrar la tapa. Es un gesto simbólico, pero funciona.
- Dos teléfonos: mucha gente tiene teléfonos separados, uno para el trabajo y otro personal, pero lo más complicado es apagar el que toca en cada momento. Evita las llamas personales durante el trabajo y las llamadas de trabajo cuando descanses. Échale coraje y que los demás aprendan a usar el buzón de voz.
El cambio más difícil está en tu cabeza. Tienes derecho a una vida personal que no se vea interrumpida por el trabajo, y tienes la responsabilidad de trabajar sin distraerte con cuestiones personales. Disfrutarás más de tu tiempo de ocio, y rendirás más en tu trabajo.
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